Importar, vender y no quebrar en el intento: la historia de Love Lust
Love Lust nació en plena pandemia como una marca con propósito: empoderar a las mujeres desde la sensualidad. Pero más allá del relato inspirador, fue también un emprendimiento basado en datos, validación de producto, y una apuesta arriesgada por el e-commerce.
"Nos empezamos a dar cuenta de que en Chile la lencería era muy básica y aburrida. No había colores, no había tallas... y dijimos: aquí hay una oportunidad." — Paula Labra
El crecimiento fue explosivo. Love Lust alcanzó ventas por más de un millón de dólares en su primer año, importando más de mil tipos de productos distintos. La propuesta funcionaba, el público respondía y el negocio crecía semana a semana.
Pero lo que parecía una historia perfecta, pronto enfrentó su mayor obstáculo: la operación no estaba lista para escalar.
Cuando vender mucho no alcanza: los errores detrás del éxito
Uno de los principales problemas que enfrentó Paula fue la falta de control financiero real. El volumen de ventas era alto, pero los márgenes eran bajos y los costos fijos aumentaban a un ritmo más rápido de lo previsto.
“Nosotros estábamos creciendo sin saber si estábamos ganando plata. Empezamos a contratar gente, pagar oficinas, invertir en stock, y nunca miramos bien los márgenes.” — Paula Labra
Además, el nivel de SKU importado generaba complejidad: tallas, colores, sets, variantes. La logística se volvió un caos. La bodega no daba abasto, y las devoluciones, cambios de talla y errores de despacho dispararon los costos operativos.
“Al principio queríamos ofrecer todo. Tallas para todas, colores para todas, estilos para todas... pero cada variable nueva es una complicación logística que cuesta dinero.” — Paula Labra
El negocio seguía vendiendo, pero la rentabilidad estaba en rojo. Y el golpe más duro llegó cuando ya no se pudo ocultar: el dinero no alcanzaba para pagar los sueldos.
Reinventarse o cerrar: la decisión más difícil
Cuando Love Lust tocó fondo, Paula tomó una decisión poco común: publicó una carta abierta en redes sociales explicando la situación.
“Fue una crisis total. Pensamos en cerrar. Pero decidí contar la verdad, y eso nos salvó. Las clientas comenzaron a comprar, incluso sin descuentos, solo para ayudarnos.” — Paula Labra
Ese momento marcó el inicio de una nueva etapa: más austeridad, más foco, y sobre todo, más control sobre los márgenes y los números.
Hoy, Love Lust funciona con un modelo más simple, con menos productos, costos controlados y foco total en eficiencia operativa.
Lecciones para importar y no fracasar
1. No todo lo que se vende es rentable
Importar grandes volúmenes no siempre garantiza utilidades. Hay que tener claridad sobre los costos totales, márgenes reales y proyecciones de caja.
2. Controlar el inventario es vital
Cada nueva talla o color complica la operación. Es mejor vender menos productos, pero con mayor rotación y eficiencia logística.
3. No escalar sin validar
Contratar equipos, abrir oficinas o aumentar stock sin una base financiera sólida puede hundir el negocio.
4. Ser transparente suma
Contar la historia real, con vulnerabilidad, puede conectar profundamente con los clientes y convertir una crisis en una oportunidad.
5. Tener un propósito claro ayuda a resistir
El propósito no reemplaza la estrategia, pero sí es un motor para seguir adelante cuando las cosas no salen bien.
Escucha la historia completa
Este episodio de El Transportador Global con Paula Labra es un testimonio honesto y valiente sobre lo que realmente significa emprender, importar y sostener un negocio.
No todas las historias de éxito son lineales.
Y muchas veces, lo más valioso no es cómo se creció… sino cómo se sobrevivió.
Takeaways
Vender mucho no sirve si no se controla el margen.
El exceso de productos puede hundir la operación logística.
Ser transparente en momentos de crisis puede fortalecer la marca.
La eficiencia vale más que el volumen.
Tener propósito no alcanza si no se gestiona con estrategia.
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